"Samuel es un vendedor de suicidios fracasado obligado a encontrar su primer cliente. Hortensia es una anciana que busca un modo de reunirse con su difunto marido, así que será inevitable que los caminos de ambos se crucen tarde o temprano. Lástima que ese encuentro vaya a poner el mundo al borde de la destrucción y que sólo una Muerte trasnochada pueda salvarlo.

Su muerte, gracias es una comedia fantástica de ritmo vertiginoso. Un espejo deformante en el que a uno no le queda más remedio que reconocerse. Pero sobre todo es una intensa carrera contrarreloj: ¿lograrán Samuel y Hortensia reconciliarse con su muerte antes de que sea demasiado tarde?"

Pensé que este libro sería algo y ligero que me distraería, porque el planteamiento prometía diversión: a Samuel lo ha enchufado su futuro suegro en su empresa, que se encarga de facilitar el suicidio a aquellos que están cansados de vivir. Empujar a la muerte a los clientes pesa en la conciencia de Samuel, así que su productividad es nula. Su novia pretende que pida su mano, su suegro prefiere despedirlo y la única clienta que podría sacarlo de apuros es una anciana de ideas fijas.

Me ha costado Dios y ayuda terminarlo. Quizá porque el tratamiento de la Muerte como personaje, sus problemas con el ajedrez, del Más Allá cómo un gran desierto y el uso de notas a pie de página (sumemos la aparición de una tortuga gigantesca, aunque no sostenga al mundo) me ha recordado demasiado a otro autor que sabía cargar de sentido su obra sin estropear la diversión. Las comparaciones son odiosas y yo soy muy maniática, así que estaba impaciente por quitarme esta lectura de en medio.

El próximo lunes, sobre las seis de la tarde, dejaré algunos libros en los bancos de la antigua cafetería de la Escuela de Idiomas, en la avenida Doctor Fedriani.